Amargura…

Amargura, la palabra griega de donde viene esta palabra significa «perforar», cuando hay amargura en nuestro ser, esta perfora nuestro interior, y el problema es que muchas veces no nos damos cuenta, es como un veneno sutil que entra en nuestro interior y no podemos definir, vemos sus frutos pero desconocemos la fuente.

Cuando pierdes las ganas de orar, cuando te encuentras deprimido, triste sin motivo, cuando no puedes definir porque te sientes como te sientes, cuando no le ves mucho sentido a lo que estas haciendo, es un buen momento para hacer un alto y reflexionar.

Hoy precisamente me paso esto, he estado en los últimos dos días muy pensativo, con muchos pensamientos en mi cabeza, he estado triste y no había podido definir la causa de mi tristeza, hasta que decidí afrontarlo en oración, en meditación con Dios.

Conforme iba orando, y sacando cosas de mi corazón, fue que empece a ver cosas en mi mismo, envidias, celos, que habían creado amargura en mi ser, y fue solo en ese momento que pude derramarme ante Dios Padre y sacar todo aquello de mi ser, una raíz de amargura se estaba formando, y si no la atacaba podría ser un gran árbol de amargura el día de mañana.

Gracias sean dadas a Dios por permitirnos hacer estos altos en el camino y ponernos bajo su luz, confiados en que El no nos dejara caer, y que El examinara nuestro camino. Cuan importante es depender de nuestro Padre, y cuan importante es desahogarnos con El, a veces somos tan protocolarios con El, como si el no supiera nuestras quejas y reclamos, cuan importante es venir ante El y decirle como el salmista:

«Examíname, Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis pensamientos.
Ve si hay en mí camino de perversidad
y guíame en el camino eterno.» Salmo 139:23-24

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