Nuestros rituales se han convertido en la mayor herramienta para que las personas se alejen de Jesucristo, confundiendo lo que hacen los cristianos, con lo que el Dios de los cristianos anhela de sus hijos, es así como muchos no quieren congregarse, no por una falta de amor por Dios, o falta de ganas de seguir a Jesucristo, sino porque no entienden porque se hace mucho de lo que se hace, y sienten que todo es muy falso, muy pre-fabricado, y no están lejos de la realidad de las cosas.
La vida de iglesia, donde se supone debe haber un continuo fluir del espíritu de Cristo a través de sus hijos, donde todos puedan compartir de lo que el don del Espíritu coloca en ellos, en comunidad, se ha perdido.
Debido a que el cristianismo, en su gran mayoría, se ha convertido en un culto semanal, al cual asistimos como espectadores pasivos, mirando al frente como ir al teatro, cine, el colegio, etc. El «unos a los otros», que el nuevo testamento enfatiza se pierde en esta atmósfera, no se da espacio para que todos los hermanos puedan cada uno dar de lo que Dios ha depositado en ellos.
Somos forzados no ha expresar el cuerpo de Cristo, todos en comunidad, sino ver tan solo partes de su cuerpo, y siempre por medio de los mismos miembros semana tras semana, por lo cual la iglesia no tiene una expresion del cuerpo de Cristo a plenitud, sino de unos pocos miembros, provocando asi que los otros miembros se conviertan en miembros pasivos, y se le niegue a la iglesia y al mundo el ver al cuepro de Jesucristo obrando en plenitud.
Algo debe cambiar.