Algunas veces en nuestras vidas, nos sentimos en una especie de camino circular, en el cual repetimos las mismas cosas día tras día, vamos al mismo lugar, nos vemos con las mismas personas, y hacemos las mismas cosas, pero todo se siente como si estuviéramos viviendo en «piloto-automático», donde todo transcurre pero aunque yo estoy ahí, no me siento ahí.
Pero hay otros días, en los que puedo estar con las mismas personas, ir al mismo lugar, hacer las mismas cosas, pero nos sentimos tan vivos, tan llenos de vida, de propósito, con un sentido de destino.
Y es ahí cuando nos damos cuenta, de que no es tan solo el «salir de la rutina» lo que necesitamos, salir de la rutina, por salir de la rutina, traerá un cambio temporal, y no uno duradero, lo que necesitamos realmente es un cambio de cosmovisión, el problema es como vemos la vida, como vemos las cosas, como vemos lo que hacemos, cuando tenemos una cosmovisión divina, como Dios ve las cosas, podemos hacer lo mismo, pero ya no somos los mismos, y esto, a la final, hace toda la diferencia del mundo.
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