«Porque antes Herodes (Antipas) había prendido a Juan, y lo había atado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe; porque Juan le decía: “No te es lícito tenerla.”
La labor de un profeta NO es endulzar el oído del pueblo de Dios, eso lo hacían los falsos profetas en tiempos de Jeremías, otro gran profeta.
Pero un profeta trae un mensaje de arrepentimiento, definitivamente lleno de esperanza, pero de la esperanza que trae el alejarse de los malos caminos y volver hacia el diseño original de Dios para tu vida, no un mensaje de esperanza que no lleva a un cambio, a una transformación.
En la biblia vez tras vez vemos a los profetas haciendo un llamado al arrepentimiento, a que los que dicen seguir a Dios se porten a la altura de su llamado, que cambien su manera de pensar y de actuar, que vuelvan al Dios al que dicen seguir, al Dios al que dicen servir.
Y como su llamado era a ser íntegros, por esto encontraban una fuerte oposición de aquellos que únicamente querían las bendiciones de Dios, pero no querían conocer ni practicar sus mandamientos, al punto en que eran apedreados, aserrados, vilmente asesinados.
Pero no queremos escuchar un llamado al arrepentimiento, ¿cierto?, ¿cómo reaccionamos cuando alguien nos llama la atención? ¿cómo reaccionamos cuando alguien nos dice que nuestra conducta no va de acuerdo a los principios y valores que Dios muestra en la biblia? ¿cómo reaccionamos cuando alguien nos dice que nuestra ira, nuestro hablar mal de otros, esta mal? ¿cómo reaccionamos cuando nos dicen que debemos amar sin condición y perdonar aunque tengamos la razón?
Necesitamos más profetas, de los verdaderos, que se atrevan a decir las cosas como son, así les cueste lagrimas y la vida misma, pero no solo necesitamos más profetas, igualmente necesitamos más hijos de Dios dispuestos a escuchar la corrección que su Padre Celestial les hace a través de sus hermanos, dispuestos a aceptar que su Padre anhela formar a Jesús en ellos y para ello deben cambiar nuestra su forma de pensar y de actuar.
-Inspirado en el devocional Tiempo con Dios del 8 de Febrero de 2016, Mateo 14:1-12