«Entonces todos los discípulos Lo abandonaron y huyeron.»
¡Te acompañaremos a donde sea Jesús! ¡Yo nunca te dejare! Decían los discípulos tan solo un par de horas antes de esto, y he aquí ahora a todos abandonándolo y huyendo, ellos estaban dispuestos a estar con Jesús, incluso a morir por él, pero a su manera.
Cuando se dieron cuenta de que la manera de Jesús no era con la espada, no era muriendo en el campo de batalla mientras mataban a los enemigos de Jesús, pero que la manera de Jesús era dando su vida como corderos, fue ahí donde todos los que hace tan solo un par de horas habían declarado su fidelidad para con Jesús, lo abandonaron y huyeron.
Que poderoso, muchas veces queremos seguir a Jesús, a donde sea, como sea, pero siempre y cuando coincida con nuestra agenda, con nuestros métodos, pero cuando Él nos dice que debemos morir a nosotros mismos, cuando Él nos dice que debemos perdonar a los que nos ofenden, cuando Él nos dice que no nos metamos en yugo desigual, que no involucremos nuestro corazón con esa persona.
Hasta ahí llegan nuestras proclamaciones de fidelidad y de seguirlo «hasta la muerte», porque a la hora de la verdad muchos quieren seguir a Jesús, hasta que seguir a Jesús les cuesta algo que quieren, queremos seguirlo a nuestra manera y así no funciona.
Oh Padre, cuantas veces no he declarado mi fidelidad a ti solo para verme abandonándote y huyendo en aquellas áreas donde mi agenda no coincide con la tuya, ayúdame a mantenerme en el centro de tu Voluntad, así cueste lagrimas y la vida misma.
-Inspirado en el TcD del día 19 de Marzo, Mateo 26:47-56.