Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo,
Y los llevaste a la tierra
Que habías dicho a sus padres que entraran a poseerla.
Así que entraron los hijos y poseyeron la tierra.
Y Tú sometiste delante de ellos a los habitantes de la tierra, a los Cananeos,
Y los entregaste en su mano, con sus reyes y los pueblos de la tierra,
Para hacer con ellos como quisieran.
Capturaron ciudades fortificadas y una tierra fértil.
Tomaron posesión de casas llenas de toda cosa buena,
Cisternas excavadas, viñas y olivares,
Y árboles frutales en abundancia.
Comieron, se saciaron, engordaron
Y se deleitaron en tu gran bondad.
Pero fueron desobedientes y se rebelaron contra Ti,
Echaron Tu ley a sus espaldas,
Mataron a Tus profetas que los amonestaban (les testificaban)
Para que se volvieran a Ti;
Y cometieron grandes blasfemias.
Entonces los entregaste en mano de sus enemigos, que los oprimieron;
Pero en el tiempo de su angustia clamaron a Ti,
Y Tú escuchaste desde el cielo, y conforme a Tu gran compasión
Les diste libertadores que los libraron de mano de sus opresores.
Pero cuando tenían descanso, volvían a hacer lo malo delante de Ti;
Por tanto, Tú los abandonabas en mano de sus enemigos para que los dominaran.
Cuando clamaban de nuevo a Ti, Tú oías desde el cielo
Y muchas veces los rescataste conforme a Tu compasión.
Los amonestaste para que volvieran a Tu ley,
Pero ellos obraron con soberbia y no escucharon Tus mandamientos, sino que pecaron contra Tus ordenanzas,
Las cuales si el hombre las cumple, por ellas vivirá.
Dieron la espalda en rebeldía, fueron tercos y no escucharon.
Sin embargo, Tú fuiste paciente con ellos por muchos años,
Y los amonestaste con Tu Espíritu por medio de Tus profetas,
Pero no prestaron oído.
Entonces los entregaste en mano de los pueblos de estas tierras.
Pero en Tu gran compasión no los
Exterminaste ni los abandonaste,
Porque Tú eres un Dios clemente y compasivo.
Nehemías 9:23-31
Oh Padre, cuantas veces no hemos comido y nos hemos deleitado en tu gran bondad, y cuantas veces no nos hemos rebelado y olvidado tus mandamientos, la historia de Israel y de la Iglesia es una llena de altos y bajos.
Pero con todo, lo que más me sorprende y asombra es que tu no te niegas al clamor de tus hijos cuando, arrepentidos, vuelven a ti, buscan tu rostro y claman por que vuelvas a ellos, como tu dijiste, de acuerdo a tus promesas, una y otra vez muestras tu misericordia, tu escuchas a pesar de que una y otra vez pecan contra ti.
Es hermoso ver como la respuesta al clamor de una generación depende y descansa en tu propia fidelidad y no en sus propios méritos ni historial, no depende del que quiere, ni del que corre, sino de ti que tienes misericordia.
Fiel eres tu en responder al clamor de tus hijos,
como no buscarte,
como no hablarte,
como no clamarte
y con todo nuestro ser
amarte.