El día veinticuatro de ese mes se congregaron los Israelitas en ayuno, vestidos de cilicio y con polvo sobre sí. Y los descendientes de Israel se separaron de todos los extranjeros, y se pusieron en pie, confesando sus pecados y las iniquidades de sus padres. Puestos de pie, cada uno en su lugar, una cuarta parte del día estuvieron leyendo en el Libro de la Ley del Señor su Dios, y otra cuarta parte, estuvieron confesando y adorando al Señor su Dios. Y sobre el estrado de los Levitas se levantaron Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenani, …
¡Lee, confiesa y adora!
