Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Deuteronomio 6:6-7
Todos los padres tenemos una responsabilidad, un llamado de parte de Dios y es el de reflejar su imagen y semejanza en nuestros hogares, pero no solo esto, somos llamados a enseñar a nuestros hijos en todo momento y lugar, aunque ya hemos hablado del tema con anterioridad (Lo siento mucho padres, pero sus hijos son su problema) me apropio de las palabras del apóstol Pablo cuando dijo: a mí no me es molesto escribiros otra vez lo mismo, y para vosotros es motivo de seguridad.
Pero algo que en esta ocasión quiero enfatizar de este pasaje, es el hecho de que el pasaje insta al padre a enseñarle a su hijo:
- Estando en la casa
- Andando por la calle
- Al acostarse
- Al levantarse
Y esto es algo hermoso, porque asume que el papá va a estar con su hijo en todos esos momentos, de otra manera ¿cómo podrá enseñarle? Hace unos años cuando fui maestro de niños los domingos en la congregación donde estoy hice un ejercicio con los niños, tenían que escribir un deseo, cualquier cosa que quisieran pedir que se hiciera realidad, yo esperaba que escribieran cosas como un juego, una mascota y demás, pero prácticamente todos escribieron lo mismo: «que mis padres pasen tiempo conmigo».
Muchos padres están tan ocupados siendo buenos profesionales, que no han tenido el tiempo de ser buenos padres y la cuestión es precisamente esta: TIEMPO. Para poder cumplir con el encargo de Dios para nuestras vidas, que son los hijos porque son herencia de Dios como dice el salmo, debemos dedicarles tiempo.
Dedicarle tiempo a tus hijos es un acto REVOLUCIONARIO en medio de una sociedad que todo lo delega, ¿quieres comer? para qué cocinar si puedes pedir, ¿necesitas la ropa limpia?, para qué lavar si puedes pedir que te la laven a domicilio, ¿quieres buenos hijos?, para qué educarlos tu mismo si puedes pagarle a otros para que lo hagan.
Pero por muy buenos maestros que tenga el colegio o jardín donde están tus hijos, ellos no son y nunca serán los padres de tu hijo, tampoco los pastores de jóvenes ni los maestros en la congregación.
Yo trabajo con un grupo de jóvenes en la congregación, pero al final del día la responsabilidad de esos chicos es de sus padres, Dios me va a pedir cuentas de mis 3 hijos, no de los hijos de otros, es tiempo que se levante una generación de padres que sean eso: PADRES, que saquen el tiempo para estar con sus hijos, para formarlos y educarlos, para cambiar la historia de su familia, de su ciudad y su nación al levantar una generación de hijos en el amor y la disciplina de Dios, este es nuestro más grande privilegio, el privilegio que Dios nos ha dado: el de formar y levantar a nuestros hijos, ¡no te lo pierdas!.
¡Dios te bendiga!