«Cuando llegaron a Capernaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban las dos dracmas (salario de dos días) del impuesto del templo y dijeron: “¿No paga su maestro el impuesto del templo?” “Sí,” contestó Pedro. Y cuando él llegó a casa, Jesús se le anticipó, diciendo: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes cobran tributos o impuestos los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?” “De los extraños,” respondió Pedro. “Entonces los hijos están exentos,” le dijo Jesús. «Sin embargo, para que no los escandalicemos, ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que salga; y cuando le abras la boca hallarás un siclo (salario de cuatro días); tómalo y dáselo por ti y por Mí.”»
Que hermosa esta porción, Pedro como siempre en su celo por Jesús responde sin siquiera consultarle, él asume que Jesús debe pagar el impuesto del templo, como todos los demás, pero tu y yo sabemos algo Jesús no es como todos los demás, ¿cierto?
Ay pobre Pedro, me lo imagino peleando, ¡claro que mi maestro lo paga! cuan terrible es cuando, aún con las mejores intenciones, asumimos que Dios quiere hacer algo, pero ni siquiera le consultamos.
Y es tan hermoso el relato, porque antes de que Pedro pueda hablar, Jesús le da una lección, él no tiene porque pagar el impuesto del templo de su Padre, me imagino a Pedro sudando mientras esto ocurre, pensando en como se comprometió y no solo a él mismo, sino a Jesús, ¿y ahora?
Pero Jesús es hermoso, no lo deja en vergüenza, pero eso si, su imprudencia le va a costar una mañana de ir al lago y pescar, que hermoso es Jesús, me imagino a Pedro ahí con su anzuelito esperando a que picará el primer pez, «yo y mi bocota», me imagino que diría.
Tengamos cuidado con lo que asumimos que Dios quiere hacer, muchas veces por hacer más lo que terminamos haciendo es ilusionando a otros, prometiéndoles que Dios quiere hacer algo por ellos, que realmente él no va a hacer.
Y por otro lado, que hermoso es nuestro Padre Celestial que aún nos cubre nuestras imprudencias, ah nadie como Él, nadie como Jesús.
-Inspirado en el devocional Tiempo con Dios del 17 de Febrero de 2016, Mateo 17:14-27