No hay nosotros sin otros…

Blog_MeditacionesJueves“Pero al que haga pecar a uno de estos pequeñitos que creen en Mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!“
 
Que tremendo, después de estas palabras Jesús comienza a decir que si tu pie te es ocasión de caer deberías de cortarlo, o tu mano, o tu ojo etc. Este pasaje siempre lo hemos tomado como una herramienta en contra del pecado personal y como debes cortar de tu vida todo aquello que te haga caer a ti, pero no es realmente el contexto del pasaje, el pasaje no habla de mi, habla de otros.
 
El asunto es ser tropiezo para otros, no es un asunto personal, es comunitario, si algo le es de tropiezo a mi hermano debería de cortarlo de mi, en un mundo egocéntrico e individualista esto es completamente revolucionario, aún en una cultura cristiana que hace énfasis en el YO más que en los demás, “TU relación personal con Dios”, “las promesas de Dios para TU vida”, “reclama TU bendición”, “TU, TU ,TU”, en medio de la farándula y farsa de lo que hoy en día pasa como “cristianismo” es fácil dejarse llevar y perder de vista que la biblia de principio a fin nos habla de comunidad.
 
Es tan hermoso lo que Jesús pone de manifiesto aquí, como debe ser nuestro celo por no causar tropiezo a otros, por no escandalizar a otro de sus hijitos, si hay algo que haga tropezar a mi hermano debo extirparlo de mi vida, así me cueste lagrimas y la vida misma.
 
Oh cuanto resuenan ahora las palabras del apóstol Pablo que traen aún más luz sobre este asunto “Por consiguiente, si la comida hace que mi hermano tropiece, no comeré carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano.”.
 
Padre, que podamos ser fieles a tan alto llamamiento, que podamos recordar en todo momento que la biblia no se trata de mi, pero de nosotros y que no hay nosotros sin otros.
 
-Inspirado en el devocional Tiempo con Dios del 18 de Febrero de 2016, Mateo 18:1-11

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